miércoles, 14 de julio de 2010

¡Que vivan todas las Españas!...


El pasado 11 de julio, fui con unos amigos que al igual que yo, somos descendientes del exilio, a celebrar la victoria de la selección de España a la Plaza de Madrid, mejor conocida como “La Cibeles” en la Ciudad de México. Esta plaza, que tiene una réplica exacta de La Cibeles de Madrid, aunque hecha en bronce, y no como un amigo pensaba que estaba negra debido a la polución, se volvió el punto de reunión de miles de españoles o sus descendientes radicados en este país.

De entrada me dio mucho gusto darme cuenta que entre la multitud y las rojigualdas, encontramos unas tres o cuatro banderas republicanas de gente que no conocíamos. Cabe mencionar que también vimos algunas ikurriñas, unas senyeras, alguna andaluza, muchas de Asturias y otras tantas gallegas. Extendimos la tricolor que traíamos, que mide unos cinco metros de largo y comenzamos a ondearla.

Había mucha gente que ni se enteraba de qué iba esa bandera, incluso, hubo uno que me preguntó si era la bandera gay de España. Sin embargo, al poco, se comenzó a acercar todo tipo de gente que sabía perfectamente de qué iba, a expresar de muchas maneras su alegría. Se acercó un cocinero, todavía vestido de faena, que emocionado besó la tricolor, otro que de manera muy educada nos pidió permiso para tomarse una foto, una señora comenzó a lanzar vivas a la República, mientras unos niños jugaban fascinados con la bandera que les ondeaba por encima. De pronto, se acercaron unos chicos que estaban tocando unos tambores, y en cuestión de segundos se armó espontáneamente una batucada con su respectiva fila de conga de gente de lo más variopinta, que pasaba debajo de la bandera bailando el limbo. La gente se lo estaba pasando pipa.

En esas estábamos cuando se acercó un par de pringaos, uno llevaba una bandera con el buitre atada al cuello, y el otro, una asturiana. Uno de ellos, el de la bandera del buitre, comenzó a corearnos “Franco, resucita, España te necesita”. Era el más insistente, y le decía a su colega, el de la bandera asturiana, “Te toca, no seas puto”, que lo hacía más por no quedar mal con su amiguete que por convicción. El más pesado, se arrancó entonces con el “Cara al Sol” y el otro, al darse cuenta del ridículo que estaban haciendo y sentirse objeto de todas las miradas de todos los que lo rodeaban, se abrió, dejando sólo a su coleguita el necio, que estaba dale que te pego.

En ese momento, un grupo bastante nutrido de personas, comenzó a exclamar el “España, mañana, será republicana”, con lo que el grito del pobre diablo este, se terminó apagando hasta que se quedó callado, se puso rojo como un tomate, y se fue todo indignado mientras decía: “¡Pinches Rojos!... ¡Hijos de la chingada!... ¡Viva España!...”

Más allá de lo triste que resulta ver a unos chavales de entre 20 y 25 años, desempolvando las apolilladas banderas de su abuelo el facha, lo curioso de la situación es ver lo rancio y lo patéticamente absurdo que resultaban sus consignas. De entrada pedir a voz en cuello que el dictador resucite, es algo de un grado de aberración tal, que demuestra una completa negación a mirar hacia delante, y que permanece en la perpetua nostalgia del “con Franco se vivía mejor” y del “con Franco esto no pasaba”.

Resulta irónico pensar que sea precisamente este tipo de gente los que se oponen a la Ley de Memoria Histórica, acusándola de “tergiversar la verdad” y de que su aplicación lo que provoca es “abrir viejas heridas”. Cuando son precisamente ellos los que se niegan a cerrarlas.

Me queda claro que estas heridas, nos guste o no, las heredamos de nuestros antepasados tanto los de uno como los del otro bando. Pues el tío este, que por su reacción de indignación, en la usó todo tipo de improperios muy mexicanos, con lo que me demostró que era bisnieto o por ahí hasta tataranieto de “gachupines”, se sentía genuinamente ofendido porque los “Rojos” tuviéramos la desfachatez de salir a la calle a ondear “nuestra” bandera y manifestar nuestra alegría por el triunfo de “su” España.

A manera explicativa, “gachupín” es el término un tanto despectivo, que el pueblo de México utilizaba para llamar a lo que en España se conoce como los “Indianos” o la gente que vino a “hacer las Américas”. Previo a la Guerra Civil, el grueso de la comunidad española en México la formaban básicamente asturianos o gallegos, que eran eminentemente carlistas, y por tanto nada adeptos a la causa republicana. De hecho esa es la razón que en este país, se refieren a todos los españoles como “gallegos”, y son objeto de cualquier cantidad de chistes en los que los ridiculizan. Como los chistes de Lepe, pues lo mismo.

Entonces, a pesar que México rompe inmediatamente relaciones con el régimen franquista justo acabada la Guerra Civil, y no las retoma hasta después de la muerte del dictador, la comunidad española ya establecida en este país es reacia a la llegada masiva del exilio, pues “los Rojos” finalmente eran el enemigo. Mi madre me ha contado de más de un enfrentamiento a golpes, en su juventud, entre alumnos del colegio Luís Vives, o del Madrid y del Instituto Patria, que llegaban a la salida del colegio en camiones ondeando la misma bandera que tenía el pesado este atada al cuello.

Por eso me pregunto si al entender de este pobre diablo, el hecho que España necesite la “resurrección” de su Caudillo se deba la gente ahora hable tranquilamente por la calle en euskera, en valenciano o en gallego. O si la razón por la que tiene que llegar el “Salvador de España” es para evitar que el país se “balcanize” debido a que miles y miles de catalanes salen ahora a la calle a reivindicar su derecho a considerarse una nación. Porque lo más seguro es que sigan los vascos.

Qué va a pensar este pardillo cuando el debate sobre la continuidad de la monarquía se avive porque el Rey, esa última herencia de su Generalísimo, se quiera jubilar, para poder vivir aún más del cuento (si es que eso es humanamente posible).

Porque llegado ese momento, la realidad es que difícilmente podrán coronar al principito, ese niño pijo medio sosillo, que ni siquiera tuve a bien cumplir con los dos objetivos por los que fue criado: casarse con alguien de su “estirpe” y engendrar varoncitos para asegurar la sucesión monárquica. Así que me pregunto qué va a pensar cuando el día de mañana, España, se vuelva republicana. ¿Se hará holandés?...


Y es que por más que estos fachas patéticos, repitan hasta la extenuación su “España, una, grande y libre”, muy a su pesar, nunca ha existido una España. Pues han sido precisamente ellos los que a partir del 18 de julio de 1936 nos han condenado a que desde siempre existan, Ésta España, la que tenemos y la Otra España, la posible.

Una España posible cuya grandeza la encontremos en la diversidad de sus pueblos, de sus lenguas, de sus gentes, de sus maneras de pensar, en la manera que hemos influenciado a otros pueblos a través de la Historia y de cómo somos influidos por las personas de otros pueblos que enriquecen el nuestro.

Una España, más igualitaria, más fraternal y sobre todo más libre.

Así que muy a pesar de gilipollas como éste…

¡Somos Campeones del Mundo!... ¡Vivan pues todas las Españas, ésta, la otra y la de más allá!...

Sebastián del Amo

lunes, 12 de julio de 2010

¡¡¡España Campeón!!!

Festejos por el campeonato mundial de España,
Plaza de la Cibeles, México D.F.
Fragmento del Himno de Riego en gaita
¡QUE VIVA ESPAÑA! ¡QUE VIVA LA REPÚBLICA!
¡¡CAAAMPEEEOOONEEES OOLEEE OOLEE OOOLEEE!!